jueves, 17 de septiembre de 2009

Causas de la Dispareunia Femenina

La dispareunia femenina puede ser superficial, mediana o profunda, de acuerdo
al lugar en que manifiesta el dolor durante el coito.
Las causas orgánicas fueron sistematizadas por Kaufman:
Dolor en la estimulación: Irritación por esmegma, uso excesivo del vibrador,
pantalones ajustados, con lesiones del clítoris. Fimosis y lesiones por sensibilidad
clitórica aumentada, por maniobras bruscas y torpes del varón.
Dolor en la inserción: Vaginismo; himen intacto o restos dolorosos; vulvovaginitis
infecciosa por monilias y tricomonas, por herpes genital - dolor muy intenso -;
vulvovaginitis atrófica, la más común de la etapa climatérica; irritaciones químicas
por aerosoles, jabones; bartolinitis o quistes de la glándula de Bartolino y de Skene;
lubricación insuficiente por estimulación insuficiente, hipoestrogenismo y
antihistamínicos; secuelas quirúrgicas como cicatrices de episiotomía, desgarros
perineales; cicatrices de la bóveda vaginal post histerectomía, adherencias y
radiaciones vaginales.

Dolor a la penetración mediana y profunda: Uretritis, cistitis - es común en la
luna de miel - vagina corta congénita; inflamaciones dolorosas de la pelvis,
endometriosis, retroversión uterina fija, quistes y tumores de ovarios, congestión
pélvica, hemorroides y tumores intestinales bajos. Dispareunia parapélvica por
artritis de cadera, esguince lumbosacro, hernia del disco, angina de esfuerzo,
complicaciones del Dispositivo Intrauterino (DIU) por deformación, infección, y
calambres uterinos.

Dolor en el orgasmo: Contracciones uterinas por deficiencia de estrógenos, fric-
ción vaginal excesiva, dolor de cabeza postorgasmo.

Las causas psicológicas son semejantes a las del varón, pero se agregan a
ellas algunas causas inmediatas exclusivamente femeninas: intentos de coito con insu-
ficiente excitación y lubricación vaginal, utilización de prácticas brutales y sádicas.

Para terminar este ítem, recordemos que hay personas que soportan de ma-
nera disímil el dolor. Hay dos maneras de vivir el dolor: como “Juan que ríe” o “Juan
que llora”. En clínica sorprende encontrar pacientes con dolorosísimas lesiones que
no se quejan. Y otros que ante la sola posibilidad de sufrir dolor, manifiestan explícita
y aparatosamente su temor a las mínimas manifestaciones de malestar. Y están los
masoquistas que erotizan el dolor, que gozan sufriendo, y el “dolor sexógeno” ocupa
un relevante papel en sus vidas.

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