miércoles, 9 de septiembre de 2009

Disfunción Exitatoria Femenina


Hasta su descripción por Kaplan en 1974 (54), como disfunción sexual ge-
neral, esta disfunción femenina no había sido estudiada ni tan siquiera por Masters y Johnson, quienes al mencionar las “incompatibilidades sexuales” de la mujer, solo mencionan la “alteración orgásmica”, el “vaginismo” y la “dispareunia femenina”. Este hecho realmente nos ha llamado mucho la atención, porque estos investigadores habían descripto detalladamente las fases de excitación y meseta de la respuesta sexual, y cuando presentaron los trastornos sexuales, se supone que harían una cuidadosa enumeración de las correspondientes a cada fase de dicha respuesta. Lo hicieron solo para el varón, pues hablaron de impotencia.

Pero Masters y Johnson ignoraron los trastornos de la excitación sexual de la mujer, al igual que otros autores que no hicieron este ordenamiento fisiológico de la respuesta sexual en el pasado. Las fallas en la excitación sexual de la mujer, con ausencia de lubricación, tumescencia de los labios mayores y menores o de la “invaginación” por dilatación de los dos tercios internos de la vagina, entre otros cambios más generales, formaban parte simplemente de la vieja “frigidez”, término absolutamente impreciso, equívoco y por tanto perimido en la Sexología día de fines de siglo.

Cuando Kaplan escribe en 1974 su “Nueva terapia sexual”, proclamó su respuesta sexual bifásica: vasocongestiva y orgásmica, y todavía no había presentado su Fase del deseo. Por tanto, cuando ella sí se ocupó de la disfunción de la primera fase vasocongestiva de la respuesta sexual de la mujer, la llamó “disfunción sexual general” o “frigidez” –sigue utilizando el término - a un cuadro caracterizado por que la mujer está “vacía de sentimiento sexual”, en que la mujer “extrae poco o ningún placer erótico de la estimulación sexual”, fisiológicamente no muestra signos de vasocongestión genital como la tumescencia, muy poca o ninguna lubricación vaginal ante el estímulo sexual extragenital y vaginal, y no se forma la plataforma orgásmica.

Dice que las mujeres que sufren de este trastorno consideran la relación sexual como un castigo, o que la soportan solo para conservar su matrimonio. O llegan al extremo de repeler el contacto sexual que a esta altura consideran desagradable o terrorífico y por tanto lo evitan de todas maneras. Menciona aquellos casos en que no hay sentimientos eróticos por el coito, pero sí disfrutan de la intimidad o el contacto, aspectos no eróticos del coito.

Estas mujeres estarían “secas y cerradas”. Pero la posibilidad de que las mismas logren un orgasmo a pesar de no estar excitadas, plantea a Kaplan la realidad de que las experiencias de excitación y de orgasmo son diferentes, así como los trastornos sexuales consiguientes. Tengamos en cuenta que en la “frigidez” o “disfunción sexual general” de Kaplan están incluidas dos o tres disfunciones sexuales de acuerdo a la nosología actual. A saber: el deseo sexual hipoactivo, el trastorno por aversión al sexo y el trastorno excitatorio femenino. Por este motivo, proponemos no utilizar el concepto de disfunción sexual general, sino el correspondiente al trastorno de cada uuna de esas tres categorías. Aquel concepto es eso: muy general.

Cuando la Asociación Psiquiátrica Norteamericana publicó el DSM I en 1952 y el DSM II en 1973, los trastornos sexuales de la mujer se limitaban a la frigidez, el vaginismo y la dispareunia. Tenemos que reconocer que fue Kaplan, psiquiatra de la Universidad de Cornell, quien influyó decisivamente para que las Clasificaciones de las Disfunciones sexuales aparecieran en el DSM III de l988, y que por primera vez aparecieran los Trastornos del deseo, de la excitación y del orgasmo, basados ya en la respuesta trifásica.

Entonces, la excitación sexual correspondiente a la fase vasocongestiva de la respuesta sexual, tuvo su correlato patológico en la “excitación sexual inhibida de la mujer”, según el Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM III de 1988, equivalente en la mujer a la disfunción eréctil del varón.

Abundando en ese criterio de diagnóstico, dice: “La excitación sexual inhibida de la mujer es la inhibición recurrente y persistente de la excitación sexual durante la actividad sexual, manifestada por el fracaso parcial o total en obtener o mantener la respuesta de lubricación y tumefacción de la excitación sexual hasta el final del acto sexual”. Y al igual que en todos los demás trastornos: “Debe coexistir un juicio clínico de que el individuo realiza actividades sexuales que son adecuadas en tipo, intensidad y duración”.

En el DSM IV de 1995 (6) se denomina a este cuadro “Trastorno de la
excitación sexual en la mujer”, caracterizada por la “incapacidad, persistente o recurrente para obtener la respuesta de lubricación propia de la fase de excitación, hasta la terminación de la actividad sexual”. Vemos que en este reciente ajuste terminológico y diagnóstico, se hace referencia a la lubricación como hecho fisiológico central, pero se menciona que la respuesta excitatoria consiste en una vasocongestión pelviana, una lubricación y dilatación vaginales y una tumefacción de los genitales externos: clítoris, labios mayores y menores. Además, debe provocar acusado malestar personal o dificultades interpersonales.

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