martes, 22 de septiembre de 2009

EL ORGASMO POR PENETRACIÓN Y EL ORGASMO CON PENETRACIÓN

En el caso de los trastornos de la fase orgásmica de la mujer, o anorgasmia o
preorgasmia, como prefieren denominar al mismo muchos terapeutas, habida cuenta
que el problema es potencialmente reversible en todos los casos, se han propuesto y
aplicado técnicas diversas con variado éxito.

Para quienes están familiarizados con el tema, el aporte que vamos a realizar
es simplemente una puesta en el discurso de algo que tal vez muchos lo han
puesto en la práctica. Pero fue a propósito de nuestras clases clínicas en el Instituto
Uruguayo de Capacitación Sexológica que hemos efectuado descripciones detalladas
de técnicas, y se nos han ocurrido designaciones discursivas que nos parecieron origi-
nales.

Una de estas designaciones es el concepto de “orgasmo con penetración y
orgasmo por penetración”. No registramos en la literatura ninguna referencia pre-
via, pero nos llama la atención el hecho y estamos dispuestos a ceder la prioridad a
quien nos presente dicha descripción antes del día de hoy.

Sabemos que el siglo XX se ha caracterizado entre muchas cosas, por resca-
tar el orgasmo femenino como una conquista cultural de la humanidad. La herencia
atávica del ser humano hace que – al igual que el resto de los animales – las hembras
no estén programadas genéticamente para el orgasmo. Y se estima que a principios de
siglo sólo alrededor de un 10 o 15 % de las mujeres lo alcanzaba con regularidad en
sus relaciones coitales. En cambio, a mediados de siglo ya el 50 % alcanzaba el orgas-
mo y en la actualidad la anorgasmia femenina se considera una disfunción sexual que
hacia 1979, Kaplan consideraba incoercible sólo en un 8 % de los casos y hoy no hay
estadísticas, pero debe estar cercano al 5 % las mujeres que no llegan al orgasmo o
son peorgásmicas, pese a todos los tratamientos. Es decir, el 95 % de las mujeres
pueden beneficiarse de una respuesta placentera, como un derecho y una conquista.
¿Porqué una conquista cultural? Porque tanto la mujer como el varón han alcanzado
el conocimiento suficiente para descubrir sus zonas erógenas primarias y secundarias
y por tanto aplicar una ‘estimulación eficaz’ como lo plantean Masters y Johnson,
para alcanzar el orgasmo.

Desde Van de Velde a Kinsey, el desafío a las concepciones psicoanalíticas de
que el clítoris era una zona pregenital, inmadura, sólo útil para la masturbación, tuvie-
ron un campo de lucha para legitimar a este órgano femenino como ‘antena orgásmica’
de la mujer y no sólo un pene atrofiado u órgano masculinoide que toda mujer debía
rechazar para ser plenamente femenina y asumir su genitalidad adulta. Con los estu-
dios de Masters y Johnson de 1966 y antes, el clítoris fue conocido en su fisiología y
función rectora en el orgasmo de la mujer.

La lucha por reivindicar a la vagina como único órgano donde no solo se
producía lo básico y muscular, sino donde también se originaba el verdadero orgasmo
femenino, tuvo sus manifestaciones en descubrimientos tales como el “Punto G” o del
orgasmo de tipo uterino, con detalladas descripciones de vías nerviosas y sensaciones
concomitantes, que hacían mil veces superior en calidad a un orgasmo desde la vagina
que desde el clítoris. Pero la batalla teórica terminó por darle la razón a Kinsey, Masters
y Shere Hite: El clítoris es un órgano que existe sólo para provocar el orgasmo, su
estimulación adecuada a través de la “clitorización” es absolutamente legítima, y el
orgasmo obtenido es de igual calidad – en la mayoría de los casos – que el obtenido
por estimulación vaginal.

Por tanto, en la terapia sexual se han consagrado - y estamos de acuerdo con
ello, así como nuestros pacientes, lo que es más importante – que la mayoría de las
veces a la mujer le basta el orgasmo producido a partir de la clitorización adecuada,
tanto por sí misma como por su compañero o compañera. Por tanto, no debe tomarse
este aporte como una nueva transacción con la legitimidad única y excluyente del
orgasmo vaginal o a partir del estímulo vaginal – como debería decirse – sino como
una de las tantas formas de aplicar la teoría del aprendizaje para adquirir pautas sexua-
les comportamentales que enriquezcan la experiencia sexual de los consultantes
sexológicos que así lo deseen.

Partimos de la base de que la pareja que consulta sólo obtiene el orgasmo de
la mujer por clitorización, y la penetración pene-vaginal es insuficiente para provocar-
lo. Se recomienda una técnica de tres pasos:
1. Orgasmo femenino sin penetración y por clitorización.
2. Orgasmo femenino con penetración y con clitorización concomitante.
3. Orgasmo femenino por penetración y sin clitorización concomitante.

1. La obtención del orgasmo femenino por clitorización se indica simple-
mente para ajustar los detalles de la técnica, ya que su eficacia puede ser menor si las
habilidades eróticas de uno u otro partener no son muy elevadas, y una buena informa-
ción al respecto suele prevenir fracasos posteriores. Se supone que la pareja ya ha
obtenido resultados positivos de la clitorización, pero también se exploran otras zo-
nas erógenas eficaces o pasibles de primarización, es decir, que también puedan pro-
vocar el orgasmo como zona de estímulo eficaz. Masters y Johnson han descripto la
‘posición de disponibilidad’ con el hombre sentado y la mujer a su vez sentada de
espaldas entre las piernas del varón, con lo que el mismo puede manipular libremente
el clítoris y las mamas de la misma. Veremos detalladamente esta posición más adelan-
te.

2. Comencemos por mostrar la forma de obtener el orgasmo con penetra-
ción peneana, en primer lugar. El objetivo de la técnica es condicionar positivamente
la presencia del pene en la vagina con el momento en que se produce la ocurrencia del
orgasmo a partir del estímulo clitorídeo. Para ello, de deben adoptar posturas de fácil
acceso al clítoris. Ver el siguiente ítem.

Todas las demás posturas coitales presentan dificultades para ‘el libre acceso
al clítoris’. Por ejemplo, la ‘posición lateral’, recomendada por Masters y Johnson,
permite la práctica de la maniobra de puente, es decir, la caricia auto o heteroaplicada
sobre el clítoris durante la penetración que se efectúa en esta posición. La colocación
de la mano entre los cuerpos puede distorsionar el contacto adecuado para el coito y
limita las embestidas pelvianas. Algunos consultantes se quejan de que la penetración
no es profunda y puede ser incómoda, aunque el principal mérito señalado es precisa-
mente el que ninguno carga al otro con su peso.

El aprendizaje con refuerzo del repetido orgasmo femenino con el pene in-
troducido en la vagina, puede incorporar progresivamente la necesidad placentera del
pene para el orgasmo, aunque el pene con sus movimientos de estimulación rítmica de
la mucosa vaginal en su tercio externo, puede provocar indiferencia al principio. Sólo
cuando se logra que el pene empiece a producir sensaciones vaginales crecientes, se
puede intentar combinar el estimulo clitorídeo y peneano al mismo tiempo. Desde
luego, deben respetarse los tiempos individuales y el momento de la penetración debe
ser consensuado por ambos miembros de la pareja cuando se hayan logrado los nive-
les de excitación.

4. El orgasmo femenino por penetración, podría ser adquirido a través del
aprendizaje, tal como lo indicamos, pero no poseemos estadísticas sobre el grado de
eficacia del método. Una estimación somera, que promete una confirmación estadísti-
ca más ajustada, nos muestra que solo aproximadamente el 50 % de los casos de
mujeres anorgásmicas primarias por penetración pasan a ser mujeres orgásmicas por
penetración luego de aplicada la técnica. Si esta estimación se confirma, puede decirse
que el método es bastante eficaz.

Denominar al orgasmo con penetración o al orgasmo por penetración como
dos situaciones distintas, pretende ser un aporte a la nomenclatura sexológica de dos
técnicas sexoterápicas que a las técnicas mismas y sus bondades o eficacia. El “orgas-
mo con penetración” implica que la penetración es ineficaz para provocar la respuesta
orgásmica de la mujer, y deben utilizarse técnicas que requieren posturas coitales ade-
cuadas, como las “posturas de acceso libre al clítoris”.

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