martes, 8 de septiembre de 2009

ESTUDIO CLÍNICO DE CADA DISFUNCIÓN SEXUAL

Trastornos de la Fase del Deseo

Para estudiar los trastornos del deseo, no haremos la separación por sexo, sino lo haremos en conjunto. Kaplan, la creadora de la Fase del deseo y su disfunción, consideró inicialmente la existencia de un Deseo Sexual Inhibido (DSI) que sería la “inhibición persistente y profunda del deseo sexual” y que estuvo incluido en el DSM III- R. Se diagnostica cuando “la libido es anormalmente baja” y su etiología psíquica está establecida.

El “deseo sexual hipoactivo” (DSH) se denomina al mismo cuadro “cuando
no se ha determinado aún la causa de la disminución del deseo sexual”, según Kaplan, pero el DSM IV (6) desestima la consideración del DSI y entre los Trastornos del deseo sexual, ubica al “Deseo sexual hipoactivo” y al “Trastorno por aversión al sexo”.

A esta última disfunción nosotros la ubicamos como expresión de la Fobia sexual. Pero el DSH abarca todo trastorno del deseo, sin tomar en cuenta la causa, sino la intensidad. Es claro que una inhibición sugiere más la anulación que la presencia de deseo en diferentes grados.

El DSM III-R dice que “El juicio de esta inhibición debe hacerlo el clíni-
co, que ha de tener en cuenta los factores que afectan el deseo sexual, como edad, sexo, salud, intensidad y frecuencia del deseo sexual y el contexto de la vida del individuo. En la práctica, este diagnóstico nunca debe hacerse a no ser que la falta de deseo sea fuente de malestar para el individuo y para su pareja”.

Sabemos que el deseo o el apetito sexual existe durante toda la vida de un
individuo sano. Pero la libido sexual de los varones y mujeres varía a lo largo de la vida de acuerdo a diferencias bien establecidas, en las que predominan factores hormonales y culturales.

El pico máximo de apetito sexual del varón se da a los 17 años y el de la
mujer a los 40, y tiene sus consecuencias para el diagnóstico del DSH. En un joven varón, los factores inhibitorios deben ser mayores que en la mujer joven, para ser eficaces. No obstante, la capacidad de excitarse ante una pareja atractiva y de sentir deseo sexual en forma espontánea, se mantienen constantes en la vida de las personas normales.

Importan la salud física, el estado de ánimo, el enamoramiento y el amor, que es el mejor afrodisiaco que se ha descubierto hasta el momento, según Kaplan . El deseo sexual puede fluctuar normalmente en una pareja equilibrada pero nunca falta por mucho tiempo. La disfunción del deseo o DSH se caracteriza por:
-Ausencia de interés y motivación por cosas sexuales.
-Asexualidad
-Ausencia de fantasías sexuales
-No búsqueda de actividades sexuales
-Ausencia de frustración si se les priva de oportunidad de relaciones sexuales.
-Nunca inician la actividad sexual o lo hacen a regañadientes
-La estimulación genital es poco o totalmente ineficaz
-Puede tener excitación y orgasmo limitado a genitales
-Sensación de comer sin hambre
-Semejante a la “anorexia nerviosa”
-Rechazo y fastidio ante estimulaciones sexuales
-Frecuencia muy baja de actividades sexuales
-Se puede aceptar la actividad sexual por amor, generosidad y no por deseo

Dice Kaplan que el DSH es probablemente la más difundida de las
disfunciones sexuales aunque no se diagnostica muy frecuentemente. Antiguamente la consideraba como parte de la impotencia o la frigidez. Menciona la referencia de Harold Lief quien afirma que el 40% de los casos de su consulta corresponden a este diagnóstico.

Formas clínicas. El DSH primario implica una asexualidad de por vida al
punto que el portador no se masturbó nunca. El DSH secundario, que aparece des pués de un período de deseo sexual normal, es mucho más común que el primario.

Tiene una variante clínica: el DSH situacional, en que el deseo aparece sólo ante
situaciones de comodidad y seguridad para la persona. Puede inhibirlo frente a su pareja solamente, pero tiene deseo con prostitutas, o la mujer desea a su novio cuando no hay peligro de tener relaciones coitales. O una vez casada o al tener hijos, pierde el deseo sexual.

Los homosexuales y parafílicos -estos últimos prefieren actos sexuales u
objetos desviados de la norma habitual- se caracterizan por padecer de un DSH ante el coito heterosexual, pero desean objetos o situaciones que no interesan a la mayoría de las personas.

La ausencia de deseo normal: Las personas que se sienten particularmente cómodas con una actividad sexual muy baja, tienen problemas si su pareja no está conforme con dicha conducta. No se trata de una disfunción, a menos que se registre el DSH por las causas que veremos más adelante, y no debería tratarse, sino dar ayuda a la pareja para aceptar la diferencia.

Es normal que ante una pareja sucia, desaseada o a quien no se ama, o que plantea una relación conflictiva y destructiva para uno o ambos miembros de la pareja, el deseo desaparezca. Mas bien sería patológico que el deseo persistiera e incluso aumentara en estas circunstancias.

El celibato sano, por el cual se suprime el deseo hasta encontrar una pareja adecuada, o simplemente por un voto religioso, debe ser valorado. No es obligatorio ni racional tener un deseo sexual dispuesto y elevado ante cualquier pareja y en cualquier situación. Kaplan dice que “el deseo exclusivo por la persona con quien se tiene establecido un vínculo romántico unido a la inhibición de todos los otros, es un fenómeno normal que debe ser motivo de celebración y no de tratamiento”.

Cuando la falta de deseo aparece frente a un compañero inadecuado, claramente incompatible, o ante una situación erótica sin interés o carente de todo atractivo, no se trata de una disfunción y no debe hablarse de trastorno sexual.

En la evolución global y completa de las disfunciones sexuales propuesta por Kaplan en 1983, plantea que debería integrarse el concepto de DSH a la homosexualidad egodistónica y a la parafilia, en una categoría más amplia, pues en estos cuadros hay una falta de deseo y ausencia de gratificación con la pareja heterosexual.

Además, había en el DSH situacional, sobretodo, y en los otros dos cuadros una
conducta y un psicodinamismo muy similares que pueden ser tratados por estrategias terapéuticas también similares. Señalemos que el homosexual tiene un deseo muy intenso hacia su pareja homosexual, así como el parafílico se excita y desea el acto o el objeto alternativo o variantes del coito o la pareja normal.

Antiguamente, no se distinguía el DSH de los trastornos de la excitación, y la de establecer claramente los diagnósticos clínicos de las disfunciones, de
acuerdo a los criterios señalados por la Sexología clínica, asume caracteres superlativos en el momento actual. De ello depende una considerable simplificación de la de las causas y el tratamiento adecuado y especifico de la disfunción.

Por ejemplo, la disfunción del deseo puede estar presente, mientras las dos fases restantes de las respuestas sexuales están intactas. Las tres fases son distintas, y aunque están interconectadas en un proceso único con un “generador común”, cada fase tiene su propio “circuito” neurofisiológico separado, permitiendo una afectación independiente.

Siempre ha llamado la atención que el deseo esté anormalmente elevado en determinadas personas, por lo que Bianco (9) propuso dos formas: la satiriasis para el varón y la ninfomanía para la mujer. Veamos:

Satiriasis

En realidad no es una disfunción sexual típica, sino una alteración fisiológica a nivel de la situación estímulo sexual, que se presenta de manera perentoria un excesivo número de veces durante el día. También se denomina hipererosia.

Se realiza el coito u otra actividad sexual, como la masturbación, actividades homo y bisexuales, etc. En este caso se trata de un varón entre los 28 y 33 años que manifiesta una incontrolable necesidad de copular, dejando de lado sus responsabilidades y compromisos. Se diferencia de personas que simplemente tienen una frecuencia alta de relacionamiento sexual.

Ninfomanía

Rara como la anterior, implica una alta frecuencia de actividades sexuales
compulsivas, en mujeres adultas con alto nivel de promiscuidad, incapaces de desarrollar lazos afectivos estables y ello le impide cumplir una rutina diaria, con infidelidades, problemas familiares, laborales, etc. Tampoco se trata de una disfunción sexual típica, pero la ubicamos entre los trastornos del deseo, aumentado sin dudas.

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