lunes, 21 de septiembre de 2009

TERAPIAS SEXUALES

INTRODUCCION
A lo largo de la historia, los problemas sexuales han recibido tratamiento
mediante recursos muy variados y con resultados insatisfactorios en la gran mayoría
de los casos.
Los egipcios, los babilónicos y los romanos, aplicaban técnicas para tratar las
dificultades sexuales masculinas, en las que la adoración de símbolos, el servicio de
prostitutas sagradas y muchísimos preparados y brebajes, eran utilizados.

Técnicas en que “elemento divino sacerdotal” estaba presente, semejantes a
una psicoterapia sexual, eran comunes entre los griegos, uno de los más conocidos era
el médico Melampus de Iflicus que vivió hacia el siglo IV antes de Cristo.

Esos “trastornos odiosos” no merecieron la atención durante siglos de los
médicos consagrados, y “a causa de esa actitud púdica por parte de los facultativos
competentes” - dice Hirsch -, “que sentían que no correspondía a su dignidad
ocuparse de males sexuales, los curanderos y charlatanes mantenían una firme posi-
ción con respecto a su clientela venérea, y sólo mucho más tarde pudo destruirse ese
monopolio”.

Una historia de la Sexología podría efectuar un largo, sinuoso y pintoresco
recorrido por técnicas, actitudes y manipulaciones presuntamente terapéuticas en el
área sexual.

El psicoanálisis genialmente concebido por Freud, aportó ineludibles elementos
para la comprensión y explicación de las dificultades sexuales, pero desde las disiden-
cias adlerianas y junguianas, pasando por la ‘prisa terapéutica’ de Steckel, los discípu-
los Anna Freud, Spitz y Erikson, las tendencias culturalistas de Hartmman, Sullivan,
Fromm y Horney, el freudomarxismo de Reich y Marcuse, el psicoanálisis existencial
de Binswanger y personalista de Frankl, Caruso y Daim hasta la escuela lacaniana, con
Dolto y Mannoni, ninguna escuela ha logrado establecer un enfoque terapéutico
eficaz de las disfunciones sexuales, por falta de una exploración directa de la respues-
ta sexual. Esto último lo han logrado Masters y Johnson en 1966, al describir el mode-
lo teórico de normalidad de dicha respuesta, indispensable para estructurar a su vez un
modelo terapéutico.

Muchos psicoanalistas han incorporado estos nuevos conocimientos a sus
elaboraciones teóricas y a sus técnicas psicoterapéuticas y de hecho, destacados tera-
peutas sexuales provienen del psicoanálisis, aunque la ortodoxia de las Asociaciones
Psicoanalíticas no los vean con buenos ojos.

El conductismo watsoniano, de inspiración pavloviana, luego la terapia
comportamental, han tenido finalmente un gran desarrollo en la terapia cognitivo
conductual actual, aportando los elementos fundamentales para la terapia sexual, en
el aspecto metodológico y en los mecanismos de aprendizaje de las conductas
disfuncionales. Debe reconocerse que el gran cambio o salto adelante en el tratamien-
to de las disfunciones sexuales se debe a la terapia de la conducta.

Las terapias de pareja, haciendo énfasis en la relación, vínculo o transacción
interpersonal de la díada conyugal, también han tenido un gran desarrollo, permitien-
do comprender los mecanismos de producción de muchas disfunciones y proveyendo
uno de los instrumentos característicos de la terapia sexual inicialmente propuesta: el
abordaje del problema en el ámbito de la pareja como una unidad.

Se ha discutido si se debe hablar de terapia, pues ello implicaría tratamiento,
curación. Masters y Johnson han demostrado que muchas disfunciones sexuales no
obedecen a una enfermedad que debe ser curada, sino a una alteración a veces única
en una persona que no presenta ninguna patología física, psíquica o social, y funciona
perfectamente en todas las demás áreas de su vida. A veces obedecen a una educación
inadecuada, que deben recibir una simple reeducación - siempre se hace educación
sexual especializada en terapia sexual -, o a ignorancia sexual o a incompatibilidad de
la pareja en todos los aspectos y no sólo sexual.

Naturalmente, vimos en el capítulo anterior cómo influyen la edad, las dro-
gas y las enfermedades físicas y mentales sobre la sexualidad y no puede afirmarse que
la terapia sexual sea sólo una educación y reeducación erótica. Puede discutirse, sí,
sobre los alcances y límites de la terapia sexual: si se trata de una técnica auxiliar de la
psicoterapia y de la medicina; si es una forma especial de psicoterapia; si es un proce-
dimiento para modificar los sistemas de valores sexuales, o la axiología, o la
sexosofía particular del paciente. Y si se debe llamar paciente o cliente o consultante
o alumno o usuario a los portadores de disfunciones sexuales que consultan, tomando
modelos médicos, psicológicos, pedagógicos, sociológicos o comerciales. En Sexología
se prefiere designar como “consultante” a sus usuarios.

Como vimos, Kaplan definió sucesivamente a la terapia sexual o
sexoterapia como “el uso integrado de experiencias sexuales sistemáticamente
estructuradas” a lo que agregó más tarde que debe ir “unido a la exploración
psicoterapéutica de los conflictos intrapsíquicos de cada miembro de la pareja y la
sutil dinámica de sus interacciones”. En suma, es “la integración de tareas sexuales
estructuradas con la exploración psicoterapéutica de las resistencias”.

Los creadores de la terapia sexual William Masters y Virginia Johnson, lan-
zaron en 1970 a la comunidad científica y profesional, el resultado de sus investigacio-
nes iniciadas en 1954 sobre el tratamiento de las disfunciones sexuales, para lo cual
efectuaron el previo aporte sustancial, en 1966, sobre los parámetros de la respuesta
sexual humana. Como toda experiencia novedosa, fue resistida inicialmente por quie-
nes se aferraban a sus modelos teóricos y técnicos clásicos de terapia de las disfunciones
sexuales, aunque fueran poco exitosos.

Las críticas transculturales de Pérez y Consuelo a los aportes de Masters
y Johnson resultaron ser acertadas en algunos casos: modo de selección de pacientes,
uso de terapeutas mixtos obligatoriamente, resultados exitosos exagerados, poco én-
fasis en el afecto, centrismo cultural. La técnica obedece a condiciones sociales pro-
pias de la sociedad norteamericana, no extrapolable a otras culturas. Pero lo esencial
de la terapia sexual de Masters y Johnson ha sobrevivido, aunque más no fuera como
referencia obligada de las modificaciones múltiples que en estas dos décadas se han
ido produciendo en diferentes lugares geográficos y en EEUU.

Masters y Johnson plantearon la terapia sexual como solución exclusiva de
las disfunciones sexuales. Bianco la extiende también a las alteraciones del género,
como la intersexualidad y la transexualidad.

Pero las disfunciones sexuales también obedecen a causas psicológicas pro-
fundas, enfermedades orgánicas y a conflictos de pareja. La terapia sexual, como téc-
nica especializada, tiene sus indicaciones precisas, y no puede aplicarse a todas las
disfunciones sexuales, aunque la mayoría de ellas responde positivamente.

Por eso, estudiaremos con cierto detalle la terapia sexual de Masters y
Johnson, y luego las diversas terapias sexuales que se formularon a partir de ella,
como la de Kaplan. Y luego, los recursos terapéuticos que precedieron a la terapia
sexual, pero que han debido modificar sustancialmente su enfoque, a la luz de los
nuevos conocimientos sexológios, a saber: las psicoterapias, la. farmacoterapia y los
procedimientos quirúrgicos y protéticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario