miércoles, 9 de septiembre de 2009

TRASTORNOS DE LA FASE DE ORGASMO III

Disfunción Orgásmica Femenina, Anorgasmia o Preorgasmia

Es sinónimo de “anorgasmia”, “orgasmo femenino inhibido” según el DSM
III (5), y “Trastorno orgásmico femenino” para el DSM IV (6). Es la más conocida,
antigua y discutida de las disfunciones sexuales de la mujer. Por eso es el prototipo de la “frigidez” que antiguamente la designaba, pero que hoy está en desuso.

La dificultad principal de esta disfunción radica en la incapacidad o imposibilidad de alcanzar el clímax. La mujer puede tener deseos, y excitarse con gran lubricación y vasocongestión así como llegar a una miotonía intensa, pero no consigue el orgasmo, con gran sensación de frustración.

Siglos de represión cultural y de mitos sobre la función exclusivamente
reproductiva (apta para la cría) de la mujer, transformó el placer sexual orgásmico en un motivo de vergüenza y ocultación. La moral victoriana del siglo XIX y parte del siglo XX, llegó a promover el orgullo por la insensibilidad y la anorgasmia, y se planteó la posibilidad de repudiar a las mujeres orgásmicas, por indecencia. Se consideró“normal” que la mayoría de las mujeres no obtuvieran el orgasmo en sus coitos.

Hoy aceptamos que algunas mujeres pueden no llegar al orgasmo pese a sus esfuerzos, y pueden resignarse a ello, disfrutando de otros aspectos eróticos y no eróticos de la relación. Pero para la mayoría, se ha logrado una conquista cultural con la reivindicación y logro del orgasmo femenino. Por eso Barbach ha propuesto denominar “preorgásmicas” a las mujeres anorgásmicas, pues en el futuro seguramente lo obtendrán.

Se han hecho estimaciones estadísticas de que el 75% de las mujeres serían anorgásmicas a comienzo de siglo. Si aceptamos que la mujer es la hembra de la especie humana y que las hembras animales no tienen orgasmos en el coito, el que 25 % de las mujeres sin educación sexual fueran orgásmicas a principios del siglo XX, es una buena noticia. Pero se trataba de estimaciones. Kinsey (64) en 1952 demostró que a medida que avanzaban los años de este siglo el porcentaje de mujeres orgásmicas habitualmente oscilaba entre el 57 y el 63%, lo cual parece confirmar aquellas estimaciones.

Hunt (52) demostraba 25 años después -para la década del 70-, que el 75%
de las mujeres norteamericanas llegaban al orgasmo. Y mientras que las anorgásmicas constituían entre el 30 y el 50% de la muestra de Kinsey, este porcentaje bajó al 15 % en la muestra de Hunt en la década del 70. A fines del siglo XX, la cultura sexual había cambiado las cosas y Kaplan (54) señalaba que solo el 8 % de las mujeres no llegaba al orgasmo en el coito en la década de los 80. Pero el problema todavía persiste.

Kaplan nos plantea que el umbral orgásmico de la mujer presenta una distribu-
ción estadística en la campana de Gauss, representada de la siguiente forma:
UMBRAL ORGASMICO DE LA MUJER
1. Anorgásmicas : 8 %
2. Por autoestimulación a solas
3. Coito con estimulación clitorídea
4. Coito sin estimulación clitorídea: 20 – 30 %
5. Solo con fantasías y estimulación de mamas
La anorgasmia primaria para Masters y Johnson (72), se deduce por “una
historia de consistente respuesta inorgásmica ante todos los intentos de estímulo físico suficiente como la masturbación o el manipuleo del compañero (hombre o mujer), el contacto oral de los genitales y el intercambio vaginal o rectal”. Esto es, nunca han alcanzado el orgasmo por ningún medio.

El orgasmo femenino inhibido es definido por el DSM III R (5) como “la
inhibición recurrente y persistente del orgasmo femenino, manifestada por un retraso o una ausencia de orgasmo tras una fase de excitación sexual normal, en una actividad sexual en que el clínico enjuicia como adecuada en cuanto a tipo, a la intensidad y duración.” Y agrega: “El mismo individuo puede también reunir los criterios de excitación sexual inhibida si en otras ocasiones existen problemas en la fase de excitación.

En tales casos debe anotarse ambas categorías de disfunción psicosexual. Algunas mujeres” -comenta- “son capaces de experimentarlo durante el coito en presencia de estimulación clitorídea manual. Existen pruebas que sugieren que, en algunos casos, este hecho refleja una inhibición patológica que justifica el diagnóstico, mientras en otros representa una variación normal de la respuesta sexual femenina. Esta difícil distinción obliga a una evaluación sexual amplia que incluso puede requerir una prueba terapéutica”.

Esta postura salomónica frente al problema teórico y clínico de los orgasmos a punto de partida del clítoris y de la vagina, contempla todas las posturas. En Sexología, se acepta como una variante normal la necesidad de estimulación clitorídea previa y concomitante para el logro del orgasmo. Los estudios estadísticos de Kinsey, primero, y los anatomofisiológicos recientes de Masters y Johnson y Kaplan, después, no confirman las brillantes pero insuficientes intuiciones freudianas al respecto. No existe el “orgasmo clitoridiano” o “en el clítoris”, sino el orgasmo a punto de partida del clítoris,
zona legitimada en su madurez de los genitales femeninos. La respuesta muscular perivaginal del orgasmo es la misma, cualquiera sea el origen de la estimulación eficaz: vagina o clítoris. O incluso otra zona erógena ‘primarizada’, es decir, que pueda provocar el orgasmo, como puede ocurrir con el ano, la boca o las mamas.

EL DSM IV (6) en 1995 define al “trastorno orgásmico femenino” como la
“ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o intensidad de la estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico debe efectuarse cuando la opinión médica considera que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la que correspondería por edad, experiencia sexual y estimulación sexual recibida”. Y debe conllevar malestares y dificultades personales e interpersonales.

Las formas clínicas de la anorgasmia son, como todas las disfunciones: pri-
marias y secundarias, totales y parciales, y situacionales y selectivas.
La anorgasmia primaria para Masters y Johnson (72), se deduce por “una
historia de consistente respuesta inorgásmica ante todos los intentos de estímulo físico suficiente como la masturbación o el manipuleo del compañero (hombre o mujer), el contacto oral de los genitales y el intercambio vaginal o rectal”. “Esto es, nunca han alcanzado el orgasmo por ningún medio”.

En la anorgasmia situacional o secundaria, se requiere -según Masters y
Johnson (72)- “haber presentado como mínimo un antecedente de expresión orgásmica que tanto puede haber sido inducida por ella misma o por las manipulaciones de su compañero y desarrolladas durante la unión coital, vaginal o rectal, o estimuladas por un intercambio bucogenital”. Y agregan: “La experiencia orgásmica realizada durante un encuentro homosexual descartaría toda posibilidad de diagnóstico de alteración orgásmica primaria”.

El trastorno orgásmico femenino puede ser: masturbatorio, si no lo logra
por autoestimulación, y sí en el coito; coital, si logra el orgasmo sólo con
autoestimulación, manipulación externa –heteroestimulación- o bucal; y casual, si sólo lo logran ocasionalmente, en vacaciones, en una casa de citas, luego de una larga separación.

A diferencia de la preocupación constante del varón ante la falta de orgasmo, la mujer puede demostrar una relativa indiferencia ante su disfunción, así como el varón frente a la de su pareja. Pero también es fuente de malestares para la mujer, quien se siente frustrada, deprimida, molesta en los genitales, que se congestionan crónicamente por la falta de descarga. La anorgasmia puede dar lugar a una dispareunia secundaria, a una disfunción del deseo y una disfunción sexual general, con aversión y evitación al coito y al compañero.

La mujer experimenta sensaciones semejantes frente al hombre que la registrada ante la eyaculación precoz: asiste al placer del varón y a su propia falta de placer final.

Muchas mujeres fingen el orgasmo para satisfacer el amor propio del compañero y su propia autoestima. Si ello la satisface suficientemente, cosa rara, persistirá en su disfunción como único corolario. Pero si el fingimiento no la satisface, es una fuente de rencor y hostilidad al compañero. Por ello, no es deseable mentir un orgasmo, sino sincerarse desde los primeros fracasos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario