martes, 15 de septiembre de 2009

Trastornos Inducidos por Agentes Químicos Tóxicos y Medicamentosos

Las intoxicaciones crónicas, como el saturnismo o intoxicación con plomo,
pueden ser una enfermedad profesional para los obreros de la industria metalúrgica,
pintores, linotipistas, herreros, mecánicos dentales, en fábricas que utilizan plomo. Y
los que ingieren agua de caños de plomo sobre todo si se conectan cables de descarga
eléctrica que ionizan el metal. Las intoxicaciones organofosforadas por insecticidas
son más frecuentes en campaña. Se ha descrito la intoxicación con hidrocarburos
halogenados aromáticos y bisulfuro de carbono, causantes de neuropatías y disfunción
eréctil en varones.

El tabaquismo crónico fue exagerado en su rol causal de disfunción eréctil.
Es cierto que la dependencia de nicotina provoca tos, halitosis o mal aliento y piel
arrugada, y que los cuadros de abstinencia se acompañan de insomnio, ansiedad, in-
quietud, bradicardia, estado de ánimo depresivo, irritabilidad y pérdida de peso, por-
que puede incidir sobre el erotismo y la respuesta sexual en todas sus fases: deseo,
excitación y orgasmo. Por lo que su incidencia sexual es real, de acuerdo a variables
muy amplias.

Las toxicomanías producen variados efectos sobre la sexualidad, causando
disfunción eréctil en los varones de acuerdo a la droga utilizada. La morfina, al igual
que otros narcóticos como la codeína, la d-propoxy.phene y la metadona, producen
disfunción eréctil a dosis elevada y en el caso de la morfina, es una complicación de la
cuarta fase de la toxicomanía. La cocaína estimula al principio y las dosis elevadas
causan disfunción eréctil. Las anfetaminas también excitan al principio, pero luego
disminuyen el deseo y la erección con debilitamiento general. El LSD, la
dimetiltriptamina y la mescalina son inhibidores en el sistema límbico, también esti-
mulan la libido al principio, pero en algunos casos se ha descrito actividad sexual
disminuida, aunque no interfieren específicamente con la erección.

El alcohol por su extensión de uso, por sus consecuencias sociales, merece
un tratamiento aparte. Sabemos que a dosis bajas es un desinhibidor, euforizante y
tranquilizante, favoreciendo la actividad sexual. Pero el alcoholismo crónico o el
“abuso del alcohol”, que afecta el 10% de la población adulta de los países occidenta-
les produce disfunción eréctil por un mecanismo orgánico y no psíquico, no bien estable-
cido hasta el momento. Pero Melman y Leiter señalan los siguientes hechos:
interferencia en la función simpática en un 25- 30%; atrofia gonádica, feminización,
esterilidad y ginecomastia por problemas hepáticos; disminución de la testosterona
plasmática, de la hormona foliculoestimulante (FSH) y luteinizante (LH), con aumento
de la prolactina y de los estrógenos. Además, existe un deterioro de la imagen perso-
nal social, laboral y conyugal del individuo. Aparecen conflictos conyugales, celos.
Para colmo, el disulfiran, sustancia aversiva utilizada en tratamientos antialcohólicos,
también afecta la potencia sexual.

Entre los medicamentos no psicofarmacológicos tenemos a los
antihistamínicos y los corticoides por sus efectos iatrogénicos. Las drogas
antihipertensivas también ocupan un lugar importante entre las causas orgánicas de
impotencia. Dicen Melman y Leiter que esta es “la fuente principal de impotencia
debida a la intervención del médico en los países desarrollados”. Sobre todo la reserpina
de acción central, que bloquea los nervios adrenérgicos y reduce de manera directa el
nivel de neurotrasmisores simpáticos en el tejido eréctil, y aumenta los niveles de
serotonina a nivel central. La guanetidina también simpaticopléjica, que vacía de
norepinefrina los nervios adrenérgicos como las tiacidas, disminuyen el volumen del
flujo circulatorio y alteran la presión sanguínea del pene; y la espironolactona que
bloquea la conjugación de la testosterona en los receptores, con impotencia. Los
bloqueantes ganglionares tipo alfa como la clonidina, no alteran la potencia. Pero los
beta-bloqueantes, como el propanolol, a veces producen disfunción eréctil, por la
acción periférica, así como todos los ganglioplégicos y los antiespasmódicos
anticolinérgicos.

Los antiácidos inhibidores de la secreción gástrica, como la cimetidina y las
famotidina, en primer lugar, producen pérdida de la libido, ginecomastia, galactorrea
y disfunción eréctil. Los antieméticos como el clebopride y la domperidona producen
hiperprolactinemia, pero la metoclopramida (Comportan) produce disfunción eréctil,
así como ginecomastia e hiperprolactinemia. Es el mismo mecanismo de acción que el
sulpiride, que proviene de su núcleo químico.

Los estrógenos ya vimos que causan impotencia - no así la progesterona - así
como la ciproterona, los alcaloides del cornezuelo de centeno, la digoxina, la atropina,
escopolamina, bantina y otros anticolinérgicos, como el triptófano que incrementa la
serotonina en el SNC. Entre los hipolipemiantes, el clofibrato provoca disfunción
eréctil, así como disminución de la libido.

Los fármacos usados para el tratamiento de la hipertrofia prostática benigna,
como la terazosina (Hytrin, Terina) y el finasteride (Proscar), provocan disfunción
eréctil, no así la alfuzocina, la doxazocina y la prazocina.

Los psicofármacos tienen una acción muy proteiforme. Tanto pueden mejo-
rar como provocar o acentuar una disfunción sexual. Depende de la dosis, de la tole-
rancia individual, de la patología previa y desde luego, del fármaco. Los bromuros,
los tranquilizantes menores e hipnóticos no barbitúricos y los barbitúricos a do-
sis bajas a medianas, pueden prolongar la excitación. Pero también pueden provocar
una ausencia de erección por acción sobre el sistema límbico y las neuronas
internunciales de la médula.

Entre los neurolépticos, al haloperidol es el único que actúa directamente
sobre los centros sexuales del cerebro. Las fenotiazinas de uso más extendido, pro-
duce menos trastornos sexuales y al contrario, mejora la comunicación sexual de los
pacientes psicóticos. Pero pueden provocar diversos grados de disfunción eréctil y así
lo señalan expresamente los textos como efecto de sus acción colinérgica. Ellas
son: cloropromazina, clorprotixeno, flufenazina, levomepromazina, pimozida,
pipotiazina, propericiacina, tioridazina, zuclopentixol. Los antipsicóticos atípicos
como la risperidona, el sulpiride y el amisulpiride, pueden producir disfunción eréctil,
y en menor grado, la clozapina y la olanzapina.

Los antidepresivos tricíclicos – imipramina, clorimipramina, amineptino,
maprotilina, nortriptilina y veloxacina, poseen diversos efectos parasimpaticolíticos y
su acción es variable, no es constante que provoquen disfunción eréctil, aunque es
frecuente. La impramina por su nombre comercial Tofranil, fue denominada “la droga
del divorcio” en los Estados Unidos, por la incapacitación sexual que puede provocar
en un 30 % de los pacientes varones que lo ingieren, según decía Kaplan. Los
ISRS pueden afectar la eyaculación, pero no la erección. Los antidepresivos IMAO
como la fenelzina, provocan disfunción eréctil con frecuencia y no la provocan la
moclobemida y la toloxantona, aunque son del grupo de los IMAO.

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