martes, 15 de septiembre de 2009

Trastornos Psicológicos

Cualquiera de los cuatro niveles estudiados para las causas psicológicas de la
disfunción sexual, puede ser aplicado a la disfunción eréctil. Pero existen algunas de
esas causas más comúnmente registradas en esta disfunción.
a. Causas inmediatas de disfunción eréctil

Lo más común es la ansiedad sexual o ansiedad anticipatoria ante el acto.
Es el ‘temor al desempeño’ descrito por Masters y Johnson, o ‘coital anxiety’ de
O’Connor, que encierra un temor al rechazo, un temor al fracaso, a veces, un
terror rayano con el pánico. Ante la posibilidad de una relación, se llena de dudas
sobre su capacidad, vive la experiencia como un examen en el que la mujer lo juzgará,
en que todo debe hacerlo de manera perfecta para autoafirmarse. Naturalmente, una
persona normal y equilibrada puede tener estos pensamientos, pero ello no la paraliza-
rá ni vaciará involuntariamente su pene haciéndole perder la erección. Por eso quien
vive una disfunción eréctil posee mecanismos ineficaces para combatir la angustia; la
disfunción no es en sí un mecanismo eficaz contra la angustia, pues ella persiste y se
incrementa luego del fracaso sexual.

Otra causa inmediata es la presión desmedida o exceso de demanda de la
mujer. “La erección es un reflejo autónomo que no se puede realizar por encargo” dice
Kaplan. Si la demanda provoca sentimientos de culpa o compromisos de respues-
ta, el conflicto incapacita al hombre para responder adecuadamente. El varón a veces
“se obliga” a efectuar un coito para demostrar algo. La exigencia es paralizante. Por
ello se recomienda el “coito no exigente” para aliviar la tensión.

La necesidad o deseo desmedido o excesivo de complacer a la pareja es
otra de las causas inmediatas de disfunción eréctil. La ‘obsesión por complacer’
compulsivamente se nutre más en inseguridades o temores a ser abandonados, adqui-
ridos en la infancia, que al saludable requisito de una satisfactoria relación sexual. En
estos casos se recomienda “el derecho a ser egoísta” para aliviar la tensión paralizante.

El ‘rol de espectador’ que adoptan las personas perfeccionistas, hace que
auto observen sus emociones y respuestas, sobre todo la erección, esa respuesta visi-
ble, notoria y necesaria del varón. El cambio de rol, de sujeto a objeto de observación,
paraliza la respuesta sexual, y la disfunción aparece. La mujer puede explotar esta
ansiedad sobre el rendimiento, lo que refuerza el cuadro.

b. Causas intrapsíquicas

Estas causas más profundas, remotas subyacentes pueden estar presentes sin
causar disfunción sexual, pero cuando en el varón están referidas a lo sexual, las an-
gustias que encubren afloran o se transforman en disfunción eréctil. Los conflictos
edípicos, y los sentimientos de culpa inducidos por el contexto sociocultural del pa-
ciente, son los más frecuentes.

Si el coito significa simbólicamente una actuación edípica, peligrosa y cul-
pable, el individuo paralizará su erección. En realidad predominan en estos casos los
temores inconscientes por conflictos infantiles no resueltos y que se activan por las
experiencias adultas, en los que predominan los temores de castración. El conflicto
edípico no resuelto, sin embargo, no siempre causa disfunción sexual.

Los sentimientos de culpa de que están teñidas las manifestaciones sexuales
desde que el niño nace, implícitos en la crianza familiar y en el contexto social, por
restricciones dolorosas y arbitrarias, a veces, de la expresión del placer sexual - no
hablamos de la necesaria normatización de las conductas para asegurar la convivencia
armónica en sociedad -, distorsionan y bloquean la expresión sexual adulta. Masters y
Johnson mencionan entre las causas de la disfunción eréctil a la influencia mater-
nal, la ortodoxia religiosa, la homosexualidad, la hostilidad, la desvalorización, el te-
mor al desempeño y la edad. Sin duda, la influencia religiosa normatiza el comporta-
miento sexual, y sólo es culpabilizadora y provocadora de disfunciones y parafilias
cuando se inserta en una patología previa de la psiquis. En algunos casos es muy
claro el factor desencadenante de la restricción religiosa en una disfunción eréctil pero
no es un factor etiológico primario.

e. Causas diádicas o relacionales

El sistema de pareja debe ser armónico. Si en el mismo reina la desconfianza, el
miedo, el rechazo, la incomprensión, el ataque y la competencia, la humillación y la
exigencia, el sistema destruye la vida sexual, la disfunción eréctil y otras, son hasta
una consecuencia lógica.

De las causas diádicas de pareja mencionadas al principio de este capítulo, las
actuantes preferentemente en la disfunción eréctil son: ambivalencia hacia la compa-
ñera, deseo obsesivo de complacerla y rechazo de la pareja.

La ambivalencia se caracteriza por la coincidencia y concomitancia de amor y
odio por la compañera. Este odio u hostilidad obedece, no a la situación actual, sino a
la reviviscencia de problemas vividos por sus padres en otras épocas; se transfiere
sobre la compañera las presuntas culpas cometidas por la madre u otras parejas. El
control cortical de la erección envía señales contradictorias y la erección no se produce.

El deseo obsesivo de complacer ya lo analizamos. Pero el afán de servir a la
pareja en un presunta acto de generosidad, se lleva al extremo de no percibir las sen-
saciones excitatorias sexuales. El placer es puramente el deber cumplido, es ser res-
ponsable con el otro. Y la erección puede no producirse.

El rechazo de la pareja es una de las causas más obvias de disfunción. Si la
mujer es física y psíquicamente repulsiva, o el hombre la considera físicamente desagra-
dable, fea, pueril, inútil, etc., es natural que sea impotente con ella. “Muchas personas
parecen creer que tienen que funcionar sexualmente con cualquier persona o en cual-
quier circunstancia” dice Kaplan. En estos casos de rechazo e incompatibilidad,
no se puede crear un sistema sexual efectivo. Por último, la capacidad de amar y
confiar, de compartir la intimidad y el contacto humano, tiene que desarrollarse. Cuando
ellas faltan como capacidades integrantes de un yo maduro y sano, la sexualidad será
pobre y seguramente disfuncional.

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